10 años de cambios en nuestros hábitos de compra y consumo
Hace más de 10 años leíamos en un artículo de opinión redactado por un gran conocedor de estos temas, y en ese momento presidente del Foro Interalimentario, José Ignacio Arranz Recio, que empezaba con un párrafo que explicaba de manera muy clara por qué cambian los hábitos de compra y consumo entre los consumidores y los factores más importantes:
«Es evidente que los hábitos alimentarios cambian, en cada población y entorno geográfico, con el transcurso del tiempo. Algunos de esos cambios pueden ser estrictamente coyunturales, transitoriamente adaptativos, en tanto que otros son de carácter estructural, y ‘vienen para quedarse’. Un ejemplo – plausible- de estos últimos podría ser el conjunto de adaptaciones conductuales en torno a la dieta y el estilo de vida derivados de una buena labor instructiva en el campo de la educación para la salud y el consumo: re-aprendemos a comer para evitar obesidad y sobrepeso, para prevenir enfermedades crónicas o degenerativas. Pero en ocasiones se producen cambios en los hábitos alimentarios (que desde ahora ya desglosaremos como hábitos de compra, de cocina y de consumo) que pueden parecer coyunturales, mutables… resultantes de una necesidad ineludible de adaptación, pero que pueden devenir en hitos estables. Este es el escenario ante la crisis económica que nos viene acompañando durante los últimos años. La pregunta que surge tiene muchos frentes: Si los hábitos alimentarios han cambiado, ¿en qué lo han hecho? ¿Cuáles han sido los motivos? ¿Habrá un retorno – en cuanto a hábitos de compra-cocina-consumo- a la situación de partida?”.
Pues 11 años después poco ha cambiado en cuanto a factores, pero sin duda que la intensidad de los mismos es mucho más profunda que entonces, y si no, pensemos en un momento que pasó tras la crisis de 2008, como cambiamos nuestra manera de comprar posteriormente en el año 2020 cuando una pandemia se unió a nuestra forma de vida, obligándonos a realizar compras más rápidas, saturar los sistemas de venta online o por teléfono, y comprar productos que mejorasen exponencialmente nuestra salud 8º por lo menos pensábamos que así lo harían). Después vino la guerra en Ucrania y su repercusión en precios energéticos y de materias primas provocó un tsunami en los precios de nuestra cesta de la compra, un periodo donde el IPC se llegó a disparar más allá del 10% con incremento de precios en algunos alimentos básicos de un 300%, que a fecha de hoy aunque no a esos niveles se mantienen altos. Si a esto le añadimos incrementos de los fletes internacionales, periodos de sequia, muchas más personas a las que alimentar, cierres temporales de canales, es muy normal que existan cambios en los hábitos de compra y consumo para el 80% de la población.
Pero el entorno también nos dice que hay elementos como las fake news, la desinformación, las alergias o intolerancias alimentarias, que también coadyuvan a esos cambios de hábitos. O la propia falta de formación e información de los consumidores (conocimiento de fecha de consumo preferente versus fecha de caducidad), el incremento de su concienciación en términos de sostenibilidad (aumenta la movilidad más sostenible, y en los últimos años el 90% de la población era consciente de que el desperdicio alimentario era un problema e intentaban hacer algo por reducirlo).
En estos años hemos conseguido entre todos, y por supuesto los miembros de la MPAC también han sido protagonistas en estos retos alcanzados, que tuviésemos constatación legislativa sobre la figura de los consumidores vulnerables, y que además estos no fuesen solo por renta sino por factores sociales, tecnológicos, etcétera. Y hoy en el año 2024 aceleramos el empoderamiento del consumidor apoyando una legislación europea que quiere luchar contra el greenwashing o la obsolescencia temprana de productos, entre otras cosas.
El consumidor del año 2024 continua buscando los objetivos saludables en sus hábitos de compra y consumo de alimentos, pero condicionado por una todavía importante falta de formación e información, por el ruido que se genera en las redes sociales e internet a través de la desinformación y las fake news, por la pérdida de poder adquisitivo y la falta de equilibrio entre ingresos y gastos de los últimos 30 meses, en definitiva las personas consumidoras en el año 2024 y sucesivos necesitan más que nunca las herramientas y soluciones que venimos exigiendo desde hace años a empresas y administraciones, pero sobre todo necesitan que desde la MPAC continuemos trabajando por y para ellos junto con más de 30 Asociaciones de consumidores y usuarios de toda España.