«Desestresar las decisiones», por Vicente Domingo

13/03/2024

Por Vicente Domingo, director del Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS).

La historia de la ciencia y la investigación es la historia de la curiosidad. Del deseo de saber. La verdad y el empirismo como patrón universal es la base común que une a todas las personas inteligentes y sensibles del mundo. En el apasionante libro de James Burke y Robert Ornstein ,Del hacha al Chip, se nos expone con verdadera maestría la concatenación de tecnologías para transmitir la información. Desde la escritura cuneiforme, necesaria para datar las cosechas, el excedente, la “abstracción” del valor y su capacidad de trueque por otros productos, hasta las sofisticadas tecnologías de difusión digital a nivel global en cuestión de fracciones de segundo. Una conclusión evidente subyace durante todo el libro: La historia de las civilizaciones es la historia de las tecnologías y más concretamente la historia de la transmisión de información.

La Ilustración afloró como consecuencia del predominio de la razón y el análisis científico que, gracias a la imprenta, supuso la expansión del conocimiento. El método debe ser la observación de la experiencia, el análisis de los datos y la elaboración, no sin una pizca de creatividad, de soluciones concretas para problemas concretos.

Desde Benjamin Franklin los rayos no son expresiones de los dioses, desde Isaac Newton las manzanas son parte de una fuerza inmensa cósmica que organiza todo lo que tenga masa, desde Louis Pasteur la enfermedad tiene un origen mucho más mundano que la mera superstición.

Los datos orientan el conocimiento, nos ayudan a tomar decisiones y esas decisiones generan a su vez otros datos que conllevan otras decisiones, etcétera. Es un proceso abierto a la innovación, a la mejora y perfeccionamiento de sistemas y orientado hacia la eficacia y la eficiencia.

En este contexto de identificar y conocer posibles carencias en permanente revisión, las encuestas, los sondeos, la toma de datos es un proceso fundamental. Obviamente, pocas líneas de investigación se van a ejecutar correctamente si antes no se ha localizado el espacio de estudio, el problema a resolver. En ese paradigma del uso de la información para mejorar la vida de los demás, me viene a la mente el valioso informe anual de hábitos de consumo de la MPAC. Una herramienta que afortunadamente va por su noveno año. Nueve años ya permiten trazar importantes conclusiones. De todos es sabido que cuanto mayor sea el número de datos, mayor calidad tienen las conclusiones empíricas que se determinen. 

Llegados a este punto, hay que felicitar a los creadores de la iniciativa por su visión. Hoy, ese informe anual es un referente fiable y riguroso. Pero en ese apasionante trayecto que es el crecimiento permanente de todas las partes que componen el ecosistema de las asociaciones de consumidores, una interesante crisis de crecimiento se percibe en el horizonte. El punto inicial de todo el proceso recae en un hecho aparentemente simple pero fundamental. Contestar a una serie de cuestiones. Pero ese sencillo hecho necesita la mayor calidad y compromiso del mundo. ¿Qué quiero decir? Que la interacción de una persona o una familia con una encuesta, especialmente esta encuesta, es más valiosa de lo que podría parecer. De alguna manera la petición sería Desestresar las decisiones

En pocos años ha surgido una industria con un poder casi infinito: La industria global de nuestras decisiones. Nuestros datos, nuestras opciones, nuestras pasiones y nuestros odios. Cada segundo se mueven a nivel global miles de millones de euros a través de esa nebulosa de las opciones personales. Las cookies, mi opción de viajar, mi opción de amar, mi opción de vivir, de entretenerme, de relacionarme, forman un vastísimo universo de datos y datos y muchos más datos que dinamizan una tecnología basada en la vinculación-dependencia.

Tanto es así, que consciente o inconscientemente hemos creado una especie de avatar, otro yo que se adecúe rápidamente a seleccionar lo que sea, con tal de que me dejen disfrutar del producto, de mi tiempo, de mis deseos, de mis necesidades. Vivimos en un mundo que demasiadas veces al día parece que es apocalíptico. Que todo se va ir al garete. Por otro lado, es parte de nuestra cultura una sensación permanente de miedo al fracaso, lo que nos provoca una constante tensión. Una disposición, especialmente en personas más sensibles y en riesgo de no ser aceptadas, a una tensión a la defensiva. En garde!. Mi personalidad como modelo, lo que vivo se expone permanentemente y va a ser juzgado. Claro, con esos mimbres cuando alguien se acerca gentilmente y nos pide que rellenemos un cuestionario, podría ocurrir que adoptemos un rol “políticamente impecable” puesto que algo nos dice que el reflejo de lo que en ese formulario aparezca, aunque sea anónimo, va a ser el reflejo de lo que quiero ser. Que posiblemente no es lo que soy.

Así que, con el debido respeto al grupo más importante de tan valioso trabajo, desestresen su decisiones. Siéntanse muy cómodos. Perciban la implicación. Eso nos hace sentir parte de un grupo. Aunque sea en una minúscula porción, pero es mi porción. Estudios como la Encuesta de Hábitos de Consumo de la MPAC surgen con objetivo a mejorar hábitos, de orientar tendencias y apoyar decisiones que afecten positivamente a todos.

Larga vida a la encuesta anual de la MPAC.