Innovación en alimentación: una revolución que ha venido para quedarse
La ONU estableció el 21 de abril como el día Mundial de la Creatividad y la Innovación, una jornada que se celebra desde 2018 con el fin de destacar la importancia de ambas como pilares esenciales en la resolución de problemas socioeconómicos y en el avance hacia el desarrollo sostenible. Si bien esta fecha se celebra desde hace solo siete años, la innovación en la alimentación ha sido y es un tema clave en los últimos tiempos, con avances significativos que han transformado la forma en que producimos, distribuimos y consumimos alimentos.
Estos adelantos han supuesto un cambio radical en el sector alimentario, permitiendo una mayor sostenibilidad, una diversidad de opciones más amplia para los consumidores y una mejor eficiencia en la producción de alimentos. Incluso ha abierto la puerta a nuevas oportunidades de negocio, fomentando la colaboración entre diferentes sectores, como la tecnología y la agricultura. Esto es así porque se centra en proyectos que aportan disrupción en toda la cadena agroalimentaria: desde soluciones en el campo para la regeneración del suelo y de agricultura inteligente, hasta tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA) o la robótica para la mejora de procesos industriales.
La innovación a lo largo de la historia
El sector de la alimentación se encuentra en constante evolución y, por tanto, es esencial permanecer informado sobre las últimas tendencias y desarrollos. Y es que, desde el empleo de la liofilización de los Incas para conservar las patatas 3.000 antes de Cristo, pasando por los romanos que inventaron el escabechado, la salmuera y el vinagre como conservantes, hasta la utilización del frío en el siglo XVIII para prolongar la vida de los alimentos perecederos o el invento de la esterilización en 1800, la innovación alimentaria sigue avanzando a pasos agigantados. Y lo importante, además del producto, es que se ha sabido involucrar a todos los eslabones de la cadena alimenticia, desde el productor al distribuidor, y siempre dando respuesta a las demandas de los consumidores.
Muchos de los hitos mencionados forman ya parte de nuestra cotidianeidad. SI bien, hay muchos otros que son relativamente recientes y han venido para quedarse. Por ejemplo, el desarrollo de alternativas a la carne tradicional, como las hamburguesas vegetales, la implementación de tecnologías como la inteligencia artificial, la biotecnología en la producción de alimentos o la popularización de los alimentos orgánicos. Las investigaciones pasan también por el desarrollo de nuevas técnicas de cultivo más sostenibles, que requieren menos espacio y menos agua, alimentos personalizados basados en el ADN de los consumidores o la búsqueda de nuevas fuentes de proteínas alternativas, por citar algunas. Algo que hace muy pocos años nos parecía ciencia ficción, son ahora productos que están a nuestro alcance en cualquier supermercado.
No estamos hablando, por tanto, de artículos de laboratorio. Son, tras un proceso largo, exhaustivo y exigente, un referente en los lineales. ¿Quién había oído hablar hace tan solo diez años de una hamburguesa vegetal? ¿O de los batidos enriquecidos de minerales o proteínas? En su momento, destacaron por innovadores. Y es precisamente en este punto donde la revista Time hace un ranking anual de los productos alimenticios más revolucionarios bajo estos cuatro criterios: originalidad, eficacia, ambición e impacto y donde en su última lista destaca:
- Chuleta de carne y pollo a base de plantas ricas en fibra y baja en grasa y colesterol en comparación con la carne convencional.
- Piezas de bistec a base de habas y gluten de trigo.
- Tocino casi 100 % a base de raíz de hongos.
- Cafés elaborados de semillas de dátiles empapadas en extracto de uva y achicoria que reduce su impacto ambiental tanto en emisiones de carbono como de consumo de agua.
Consumidor exigente
Está claro que la alimentación del futuro girará en torno a un consumidor que cada vez es más cuidadoso con lo que come, más exigente y más demandante de productos que estén acorde con su modo de vida. Y la industria ha sabido ver en estas exigencias un motor de crecimiento e investigación en lugar de un hándicap. El sector alimentario se está adaptando cada vez más para garantizar unos niveles de producción adecuados y para ello se ha aliado con la innovación y los avances tecnológicos sin olvidar, por supuesto, los estándares de calidad. Nada será producido si no tiene un comprador final y es fiable al 100%.
Según la FAO, es previsible que en el año 2050 la población en la Tierra alcance los 9.100 millones de habitantes. Para conseguir alimentar a todo el mundo, la producción de alimentos deberá crecer por lo menos en un 70% y esto sólo será posible mediante la innovación y el aumento de la productividad. Y la industria, parece, va por el buen camino.