La innovación alimentaria: retos y oportunidades

30/06/2022

El ser humano vive en constante evolución. A veces las casualidades y otras, la tenacidad y el sentido común, han confluido en la obtención de mejoras sobre lo ya conocido. En términos generales, así es como se entiende la innovación: como la aplicación de nuevas ideas, conceptos, productos y servicios con la intención de aumentar la productividad y la competitividad. Aunque también puede dirigirse a la modificación de procesos, elementos o protocolos ya existentes en diferentes áreas.

Por  supuesto, la industria agroalimentaria no es ni mucho menos ajena a esto. Al contrario, su capacidad de innovación es casi infinita y sumamente necesaria por muchos motivos, relacionados, por ejemplo, con el cambio climático, el aumento de los costes de producción, la escasez de recursos naturales, los conflictos bélicos, los cambios sociodemográficos, etcétera.

Tal y como hemos constatado desde la MPAC a lo largo de los años gracias a nuestras encuestas sobre hábitos de compra y consumo, el consumidor es cada vez más exigente, está más digitalizado y muestra un mayor interés por la alimentación. Por tanto, requiere productos de mayor calidad y con mejor información sobre sostenibilidad y/o bienestar animal. Por su parte, el ámbito agroalimentario en España ha incrementado su gasto en I+D durante el último lustro con la intención de fortalecerse frente al desafío de crear un sistema agroalimentario más eficiente, resiliente y sostenible. Gran parte de la estrategia está, por tanto, enfocada a cubrir las demandas del consumidor.

Coste organizativo y económico 

Según datos del Ministerio de Agricultura en su informe sobre  Innovación en el sector Agroalimentario de febrero de 2022, España, a escala europea, está calificada en 2020 como ‘Innovador moderado’, ocupando el puesto número 16 en el conjunto de la UE-27. Estamos por debajo de la media y, por tanto, queda todavía mucho por hacer.  

En esta misma línea, la Fundación Europea para la Innovación (INTEC) en su informe titulado Tendencias en la Cadena Agroalimentaria 2022 aboga por la innovación y la tecnología como solución para avanzar y superar estos retos cada vez más importantes tanto para nuestro país como para el resto del mundo. Esta misma organización sin ánimo de lucro, achaca al sector agroalimentario español uno de los más bajos niveles de digitalización, lo que dificulta satisfacer el creciente interés del consumidor por el origen de los productos alimenticios y sus prácticas de producción.  

En este contexto, el Observatorio de Innovación en Gran Consumo en  España del Institut Cerdà nos da pistas sobre hacia dónde pueden o han de encaminarse esos avances que aún no tenemos, al establecer 10 retos de innovación, que engloba en cuatro ámbitos diferenciados: la sostenibilidad, la cohesión social y territorial, el foco en el consumidor y la eficiencia de la cadena. De hecho, la propia INTEC ofrece algunos  ejemplos de tendencias del sector, como el desarrollo del Marketplace y la entrega de alimentos a través del e-commerce, el uso de inteligencia artificial en plataformas de agricultura, ganadería y acuicultura o la producción de proteínas alternativas. También apuesta por los cultivos indoor y la agricultura vertical, una mayor competencia en seguridad y trazabilidad, el uso de la genética para mejorar cultivos, aprovechar la robótica en este sentido y dar soluciones para eliminar el desperdicio de alimentos.  

Así pues, las bases están consolidadas, pero aún queda mucho camino por recorrer para que estas mejoras repercutan en el consumidor sin  que se resienta también su bolsillo. Y en este sentido, la Encuesta de Hábitos de Consumo 2021 de la MPAC nos ha dejado datos para la reflexión, como por ejemplo el hecho de que el 30% de los encuestados opina que los productos ecológicos/biológicos son una opción más sana y saludable, aunque para un 36% se trate de una opción más cara y, en algunos casos, inasumible. El consumidor es todavía hoy muy escéptico, aunque disponga de más información. Lo mismo ocurre con la venta online y el e-commerce, que todavía no se han consolidado como canales de adquisición de productos, ya que tan solo el 6% de los encuestados asegura optar por esta vía de compra. 

En un sector que, según el MAPA y la Comisión Europea, ocupa el cuarto  puesto en valor de cifra de negocios, por detrás de Francia, Alemania e  Italia, la innovación ha de ser un vector fundamental de crecimiento. Una palanca que, además de imprimir dinamismo, sea capaz de sorprender a los consumidores adelantándose a sus  necesidades en todos los ámbitos y, paralelamente, situarnos en el  puesto, en materia de innovación, que verdaderamente corresponde a  España dentro de la UE-27. Para ello, resulta prioritario aglutinar todos los factores con el objetivo de que innovación, tecnología e información sean de una vez por todas indispensables en el conjunto de la cadena alimentaria. Y es que seguramente nuestros abuelos no tenían ni idea de que, cuando experimentaban en el campo y obtenían nuevos productos, se estaban adelantando a su tiempo y sentando las bases de lo que hoy ya se ha consolidado como innovación alimentaria. Pequeños pasos que,  a la larga, han dado sus frutos, y que han provocado que la innovación, incluso en bienes de consumo de primera necesidad, se haya convertido en un factor más que relevante en la decisión final de compra de buena parte de los consumidores.