La necesaria causa de luchar contra los bulos y la desinformación en el ámbito de la alimentación
A lo largo de década de andadura la MPAC ha tenido que analizar y aprender a dar respuestas a fenómenos que ya existían, pero quizá no con tanta intensidad como han tenido tras la irrupción con fuerza en paralelo de un sinfín de redes sociales o canales de comunicación de diferente orden. Si tuviéramos que hacer balance de estos diez años, podemos decir con rotundidad que hemos vivido una década marcada por la irrupción con fuerza del fenómeno de las fake news y los bulos que además han tenido una muy tremenda y negativa repercusión en sectores como la alimentación.
El mencionado fenómeno ha concitado la urgente necesidad social de iniciar la necesaria lucha frente a su práctica y sus negativas consecuencias. Porque, con demasiada frecuencia los consumidores de alimentación han ido comprobando como los bulos, las fake news o la desinformación en términos generales se les han ido presentando en formatos variados como memes, cadena de WhatsApp, imágenes y videos en redes sociales, audios, falsificaciones de tweets y posts de Facebook, capturas de pantalla. Otras muchas veces el bulo se les ha disfrazado de noticia copiando el formato de un artículo periodístico o presentándose como un estudio científico. En definitiva, han llegado a comprobar y experimentar con desasosiego como la desinformación o los bulos podían llegarles a través de distintos medios y tener casi cualquier forma.
En paralelo la sociedad ha ido percatándose de como la luchas contra los bulos y la desinformación, en el ámbito concreto de sectores como la alimentación era crucial por muchas razones:
- En primer lugar, se trataba de una cuestión de salud pública. La desinformación puede llevar a decisiones alimentarias incorrectas que afectan negativamente la salud. Por ejemplo, los bulos sobre dietas milagrosas o alimentos peligrosos pueden causar problemas de salud graves.
- En segundo lugar, en una cuestión que afecta muy negativamente en la confianza en la ciencia: La propagación de información falsa socava la confianza en la ciencia y en las recomendaciones de expertos, lo que sin duda puede llevar a un escepticismo generalizado hacia las guías nutricionales y las políticas de salud pública.
- En tercer lugar, es una cuestión que afecta a nuestros intereses económicos. Nadie duda ya de que los bulos pueden afectar negativamente a sectores económicos enteros, como la agricultura y la industria alimentaria. La desinformación puede provocar una caída en la demanda de ciertos productos, afectando a los productores y a la economía en general.
En cuarto lugar es un fenómeno que puede afectar muy negativamente en ámbito de nuestra seguridad alimentaria. La desinformación puede poner en riesgo la seguridad alimentaria al promover prácticas agrícolas o de consumo inseguras. Esto puede llevar a brotes de enfermedades transmitidas por alimentos.
Por último y no menos importante, es una cuestión muy relacionada con la educación y el conocimiento, pues combatir la desinformación ayuda a educar a la población sobre la importancia de una alimentación equilibrada y basada en evidencia científica y ello es esencial para fomentar hábitos alimentarios saludables a largo plazo.
Herramientas y estrategias adoptados en los últimos años
Eran por tanto muchos muchos los intereses los que teníamos en juego como sociedad con este negativo fenómeno. Precisamente por ello, en los últimos años se han ido adoptando varias herramientas y estrategias tales como:
- Las plataformas de verificación, son sitios web dedicados en exclusiva a verificar la información y desmentir los bulos relacionados con la alimentación.
- La campañas de educación y concienciación, promoviendo la educación del consumidor basada en la evidencia científica.
- El uso de las propias redes sociales para difundir informaciones verificadas.
- El uso de herramientas tecnológicas, con aplicaciones y extensiones de navegador que ayudan a identificar y bloquear noticias falsas.
Son todas estas una primera batería de actuaciones para luchar como sociedad contra este fenómeno. En cualquier caso, desde la MPAC somos conscientes de que esta guerra solo acabar de empezar, siendo muy conscientes de que la lucha contra los bulos y la desinformación en la alimentación es vital para proteger los intereses vitales destacados como la salud pública, el mantener la confianza en la ciencia, el asegurar la estabilidad económica y el garantizar la seguridad alimentaria.
Para la MPAC en su conjunto y para todas y cada una de las asociaciones de consumidores miembros este nivel de influencia de bulos y desinformaciones genere hábitos negativos, especialmente en la población más joven. Somos conscientes de que la proliferación de fakes news hace que se ejerzan influencias negativas en los usuarios de contenidos de redes sociales y plataformas digitales y por ello es imprescindible la colaboración conjunta de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, para luchar por una información veraz y suficiente.