Resultados de la Encuesta de Hábitos de Compra y Consumo 2019
HÁBITOS DE COMPRA Y CONSUMO
Los consumidores encuestados en 2019 se muestran conservadores y decididos a adaptar sus decisiones de compra y consumo a sus necesidades. Así, un 42% indica que no ha cambia- do sus hábitos de compra de productos de alimentación y gran consumo, frente al los que indican que si lo han hecho por cuestiones de salud (24%), por cuestiones económicas (21%), o por la información recibida (13%). Ciñéndonos al análisis de los cambios en el ámbito económico, observamos que las perspectivas económicas de los consumidores durante el primer semestre de 2019, fecha en la que se realizó la encuesta, fueron más positivas que en años anteriores. De hecho, el 44% de los casos, buscan más las ofertas, el 23% asegura aprovechar más la comida y un 16% confiesa haber reducido su gasto en alimentación, dos puntos menos que en 2018. Los efectos de una posible desaceleración económica aún no habrían sido percibidos por los consumidores.
Aumenta la frecuencia de comidas-cenas fuera del hogar respecto a 2018, lo que indicaría una menor preocupación por el gasto, por primera vez en 4 años. Un 35% de los encuestados, frente al 39% del 2018, afirma que nunca come ni cena fuera de casa.
En términos generales, los encuestados, siguen queriendo proteger su ámbito más personal y prefieren recibir información en el lugar de compra. Eso sí, se aprecia que las nuevas generaciones incorporan en mayor medida el uso de las nuevas tecnologías. El establecimiento es la vía preferida para recibir información, aunque el teléfono móvil aumenta un punto respecto al año anterior, siendo la opción preferida por un 14% de los encuestados.
Se mantienen los datos de la compra online, aunque el factor cercanía sigue siendo el más determinante, dado que el 53% de los encuestados aseguran acudir andando a hacer la compra. La mayoría de los consumidores sigue yendo al establecimiento andando, aunque la tendencia indica que va en aumento el uso del vehículo propio. El comercio electrónico continúa creciendo, lo que hace prever que existe un nicho de mercado por explotar y que el futuro traerá evoluciones en este campo.
Los supermercados conservan su predominio como lugar habitual de compra. La mayoría de los consumidores opta por este tipo de establecimientos, un 66% frente al 62% de 2018. Se mantiene la preferencia por los hipermercados y, por el contrario, se reducen ligeramente los porcentajes en pequeño comercio, tiendas especializadas y mercados municipales.
Asimismo, los encuestados que diversifican la compra optan mayoritariamente por el supermercado como establecimiento principal, tanto para productos perecederos como no perecederos. El ligero aumento que experimentan supermercados e hipermercados en los últimos años, sumado a la aparición del comercio online, ha supuesto una pequeña disminución de la compra en las tiendas especializadas y pequeño comercio, a la vez que se mantiene en los mercados municipales.
Se consolida la preferencia de los consumidores por los productos frescos, pero mientras la carne fresca mantiene su porcentaje respecto a años anteriores, el pescado fresco experimenta un aumento de casi 1 punto, en la misma medida en que desciende el consumo de pescado congelado. Se aprecia en los consumidores un cambio de los hábitos alimenticios que empiezan por el tipo de producto que se adquiere, en este caso, preferentemente fresco. Las campañas llevadas a cabo por Asociaciones de Consumidores, Administraciones Públicas, y demás agentes sociales, así como la estrategia NAOS, parecen haber empezado a calar en el consumidor. Un destacado porcentaje de consumidores opta por el pescado congelado, quizá por el cambio de hábitos de consumo que obligan a su congelación previa. En general, a mayor edad, mayor consumo de producto fresco.
La mayoría de los consumidores, casi un 86%, compra los productos frescos al peso. Los factores comodidad y tiempo pueden haber sido relevantes en estos resultados. La selección de bandejas preparadas viene determinada por el factor tiempo, es decir, si se elige esta op- ción es por falta de éste.
El 22% de los consumidores elige productos libres de alérgenos por cuestiones de salud o por considerarlos más sanos. El factor precio pierde un poco de peso en la decisión de compra y se reduce en 1 punto (del 6% al 5%). Un dato llamativo es que, si bien solo el 11% de los encuestados adquiere estos productos porque padecen alergias, otro 11% los compra cre- yendo que son más sanos a pesar de no tener ningún tipo de alergia ni intolerancia alimentaria. No obstante, este porcentaje ha bajado 2 puntos en relación a otros años.
La mayoría de los encuestados no consume productos ecológicos, biológicos, etc. por la diferencia de precio. Se aprecia un aumento relevante del porcentaje de los que los consideran demasiado caros (un 41% frente a un 37% en 2018). La relación entre posibles benefi- cios y precio no compensa hoy por hoy al consumidor medio. Se podría concluir que, para que estos productos sean percibidos como accesibles y competitivos, es necesario que mejoren en eficiencia y que el consumidor disponga de más información.
El consumidor empieza a descubrir los nuevos alimentos. Un 8% de media asegura no sa- ber lo que son, un 3% indica falta de confianza y un 68% no los compra. Existe no obstante, un 22% que afirma que sí los adquiere y consume. Estos datos varían sustancialmente cuando en la pregunta se especifican los diferentes tipos de nuevos alimentos. Así, el 45 % de los encues- tados indica consumir semillas como Chía o Quinoa, una media del 20% consume algas como Espirulina o Wakame y nuevas hortalizas como Kale o Bimi. Solo un 2% indica que compra o ha
DECISIONES DE COMPRA. FACTORES Y NUEVAS TENDENCIAS
Cercanía (56%), calidad (50%) y precio (42%), por este orden, son los factores principales que llevan al consumidor a elegir un determinado establecimiento. La calidad se pone por delante del precio como factor decisivo a la hora de elegir el lugar donde se hace la compra. El precio sigue siendo importante en el trinomio, pero ya como tercer valor. La cercanía, se mantiene como la reina de las preferencias para elegir establecimiento, y el comercio online aumenta en el ámbito rural como manera de acercar las tiendas al consumidor sin el factor de una proximidad geográfica. El concepto cercanía 2.0 va llegando al medio rural.
La calidad es el factor determinante para los consumidores a la hora de elegir un producto, seguido de las preferencias personales y el precio. Los consumidores españoles afirman de- cantarse masivamente por los productos de calidad (45%). En 2019 se observa una diferencia más amplia que en años anteriores entre precio (21%) y preferencias personales (28%). La marca apenas es apreciada como factor decisivo de compra (1%).
El consumidor es cada vez más consciente de sus derechos y más responsable en la defensa de los mismos. La mayoría (51%) ha ejercido su derecho a reclamar, siendo el canal más usado el Servicio de Atención al Cliente (39%). Los medios de reclamación preferidos son los mismos que el año pasado y por el mismo orden. Los jóvenes, más autosuficientes, prefieren hojas de reclamaciones. Los mayores eligen a profesionales de las Asociaciones de Consumido- res para un trabajo más personalizado y experto. Las franjas intermedias prefieren solucionarlo directamente con el establecimiento.
Persiste, con respecto a otros años, la confianza en el comercio online, aunque todavía se percibe cierto desconocimiento. Más de la mitad de los encuestados (54%) considera que en la compra por Internet los productos son seguros y de calidad, un 15% opina lo contrario y un 31% no sabe o no contesta. La confianza en el comercio online se mantiene, la era analógica se va extinguiendo, pero avanza en los rangos de edad, confinando la desconfianza a los encuestados mayores de 65 años como reducto analógico, principalmente por su falta de conocimiento.
La compra por internet en alimentación y gran consumo mejora su percepción y gana adeptos. Un 60% de los encuestados la valora positivamente, aunque un 20% sigue prefiriendo ver lo que compra. Si bien sigue existiendo brecha digital entre el ámbito rural y el urbano, también la misma es cada vez más patente entre jóvenes y mayores. El comercio electrónico se presenta como alter- nativa al factor “cercanía”, mejorando la confianza en el comercio electrónico de alimentos.
La comodidad es el aspecto más valorado en la compra online. La cercanía geográfica ya no es suficiente. En las ciudades se busca la comodidad y en el campo la sencillez.
En general, el consumidor desconfía de la información que recibe. Los episodios fre- cuentes de fake news y los estudios tendenciosos y sensacionalistas han hecho mella en los consumidores. El entorno rural y los más jóvenes son los más receptivos y permeables a este tipo de informaciones.
ETIQUETADO DE LOS ALIMENTOS Y HÁBITOS SALUDABLES
La mitad de los encuestados (49%) considera que está bien informado en materia de alimentación. Por primera vez en cuatro años, poco más de la mitad de los encuestados confiesa no tener información suficiente sobre alimentación y gran consumo. Durante estos últimos años el consumidor percibía que, en el ámbito de la alimentación, disponía de información suficiente. Sin embargo, es actualmente a pesar del rápido acceso a gran cantidad de información, cuando cuando un porcentaje significativo admite que no se siente del todo bien informado.
La etiqueta del producto continúa siendo la principal fuente de información para los consumidores, aunque disminuye otro año más, del 61% en 2018 hasta el 58% en 2019. El consumidor quiere saber más acerca de los productos que adquiere, pero la confianza en la información que recibe no supera el 60%. Internet continúa atrayendo a seguidores como fuente de información (7% más respecto al año anterior). Esto plantea una derivada no tan positiva ya que algunas de las informaciones que pueden encontrarse en la Red pueden ser confusas, o erróneas. Por ello, es necesario encontrar fórmulas mixtas para mejorar la información que recibe el consumidor para que no abandone el etiquetado frente a los medios digitales.
El consumidor no es constante en su hábito de leer etiquetas. Aunque crece ligeramente la población que afirma leerlas (44%), algo más de la mitad declara que no las lee o lo hace solo de vez en cuando. Estos datos invitan a reflexionar sobre la oportunidad de adecuar el etiquetado a las necesidades de los consumidores.
Un 33% de los encuestados considera útil la información que ofrece el etiquetado y un 24% sigue creyendo que es confusa. Mayor sencillez (66%), información más popular y menos técnica (61%) y tipo de letra más grande (68%) son los factores que más demandan los consumidores. La etiqueta de los alimentos solo le es útil a poco más de un tercio de los encuestados. La terminología empleada en diversas ocasiones se percibe como confusa y/o ininteligible por el consumidor medio.
El consumidor sigue siendo práctico, analítico y crítico en la lectura de las etiquetas. Composición e ingredientes (62%), fecha de caducidad (59%) y lugar de origen (33%) son los elementos informativos que considera más relevantes de la etiqueta. El tipo de marca (3%) o de que incorpore información nutricional frontal por colores (4%) es considerado de menor importancia. También se observa que en el último año el lugar de origen y las advertencias sobre intolerancias alimentarias han experimentado un crecimiento respecto 2018.
Más de una cuarta parte no diferencia entre ‘fecha de caducidad’ (indica cuándo un producto deja de ser seguro) y ‘fecha de consumo preferente’ (indica cuándo un producto empieza a perder sus cualidades físicas pero sigue siendo seguro su consumo). En 2019 solo el 72% afirma saberlo frente al 74% de 2018 y el 71% del año 2017. Se siguen requiriendo pues, actuaciones de formación/información.
Aumenta el porcentaje de quienes consumen productos una vez pasada la fecha de caducidad (58%), con el consiguiente riesgo para la salud que ello puede suponer.
Grasas (68%) y azúcares (65%) son los dos elementos de la información nutricional en los que más se fija el consumidor, seguidos muy de lejos por la sal (25%), que apenas preocupa a un cuarto de la población. Se incrementa otro año más el interés por los azúcares llegando hasta el 65%.
El consumidor le da una importancia fundamental a la alimentación, tanto de manera aislada como en sinergia con otras cuestiones. El 67% afirma que es un factor muy determinante para su salud.
Casi un 18% de la población no sabe si sus hábitos son saludables o no. Se mantiene la tendencia negativa de los consumidores que consideran que sus hábitos alimenticios son saludables: del 75% de 2017 al 68% de 2018 y 2019. Este dato consolida, además, una tendencia a la baja si se compara con el de 2016, un 77%. En cualquier caso, el conjunto de las respuestas también pone de manifiesto el desconocimiento del consumidor. En muchos casos sus respuestas se contradicen con los hábitos alimenticios que indican en otras partes de la encuesta. Quizás porque su conocimiento es ahora mayor y consideran que se alimentan peor, o porque realmente sus hábitos han cambiado a peor, lo que en cualquier caso obliga, de cara al futuro, a realizar una importante labor de análisis para poder trazar campañas de mejora de la dieta.
Se aprecia un leve cambio en los hábitos alimentarios. Aumenta la frecuencia de consumo tanto de verduras como de frutas y legumbres respecto al año pasado. Sigue habiendo recorrido en materia de alimentación saludable y dieta equilibrada.
Beber agua, comer fruta y verduras todos los días y reducir los azúcares y las grasas, son los tres hábitos que los consumidores consideran más importantes para cuidar su dieta.
La valoración de los alimentos que contienen alegaciones nutricionales (bajo en sal, light, sin azúcares, etc) es positiva, aunque el porcentaje baja del 74% de 2017 al 71% en 2018 y al 67% en 2019. Sin embargo, hay un 21% que las valora negativamente porque no le da total credibilidad a los mensajes que los publicitan (en muchos casos dada su escasa formación), además del mayor precio de estos en muchos casos.
Medios de comunicación (50%) e internet, junto con las redes sociales (43%) son las fuentes de información preferidas para conocer los aspectos nutricionales de los alimentos. Es re- levante el descenso que ha experimentado este año la alternativa “No me informo”. También desciende el porcentaje de los que se informan a través de especialistas y medios especializados.
RESPONSABILIDAD SOCIAL EN LOS HÁBITOS DE PRODUCCIÓN Y COMPRA
Continua la preocupación de los consumidores por el desperdicio de alimentos. Un 95% de los encuestados piensa que el desperdicio de alimentos es un problema importante.
Planificar mejor las compras y reutilizar los alimentos son las opciones preferidas por las familias españolas. Del total, el 40% dice planificar mejor sus compras mientras que el 28% re- utiliza los alimentos.
Más de la mitad de la población encuestada considera que la responsabilidad en el desperdicio de alimentos es compartida por toda la sociedad y todos los agentes de la cadena. Además, crece hasta un 27% el porcentaje que considera que la mayor parte de culpa la tiene el propio consumidor. Cabe destacar esta asunción de responsabilidad por parte del consumidor, al mismo tiempo que la disminución de responsabilidad que se le achaca a las Administraciones Públicas.
El consumidor es cada vez más responsable en el cuidado del medio ambiente. Separar los residuos orgánicos de los de plástico y cristal (82%), reutilizar las bolsas de plástico (76%) y utilizar bolsas multiusos (67%) son los hábitos más extendidos.
La población española valora positivamente la responsabilidad social empresarial y ética de las empresas de alimentación y gran consumo. Así lo confirma un 52% de los encuestados.
Entre los factores sostenibles que más influyen a los consumidores en su decisión de compra, ver de forma clara el origen del producto (31%) y saber cómo se ha producido el alimento (24%) son los que más influyen.
Los datos arrojan que persiste el desconocimiento generalizado sobre nuevos términos relacionados con la alimentación. Como, por ejemplo, ‘Alimentos Irradiados’ (69%) y ‘Soberanía Alimentaria’ (67%). Otros términos, sin embargo, sí se han instalado en el vocabulario habitual como demuestra que el 82% sepa qué son los ‘Transgénicos’ y el 84% el ‘Comercio justo’.
Significativa oposición y falta de apoyo de los consumidores encuestados a los alimentos irradiados, transgénicos y a la soberanía alimentaria. Algo más positivos con el comercio justo, la huella ecológica y el consumo colaborativo.