Resultados Encuesta de Hábitos de Compra y Consumo 2018

16/11/2018

HÁBITOS DE COMPRA Y CONSUMO

En 2018 los consumidores encuestados que han cambiado sus hábitos de compra y con- sumo son un 78%, casi 6 puntos más que en 2017 (72%). Asimismo, un 14% indica haber reducido el gasto en alimentación, lo que supone otro 6% con respecto a 2017. De estos datos se infiere que ha crecido la cautela entre los consumidores a la hora de pautar sus hábitos de consumo.

La alimentación fuera del hogar disminuye ligeramente respecto a 2017, lo que confirma la tendencia prudente de los consumidores al igual que en el primer punto. Un 39% de los encuestados, frente al 37% de 2017, afirma no comer ni cenar nunca fuera de casa.

En términos generales, los encuestados, buscan más las ofertas y permiten que estas les lleguen en mayor medida a través del móvil y del correo electrónico. El buzón de correos desbanca al propio establecimiento como vía preferida para recibir información pero el teléfono móvil duplica su aceptación con respecto al año anterior.

Aunque la cercanía sigue siendo determinante -el 54% de los encuestados va andando a hacer la compra- se consolida el crecimiento de la compra online que pasa del 3 al 5%. Se refuerza la omnicanalidad. Si bien cada día son más los consumidores que eligen Internet para realizar sus compras de alimentación y lo más habitual sigue siendo ir andando al establecimiento, los datos reflejan una tendencia significativa por la compra online. Esto hace prever que existe un nicho de mercado todavía por explotar y que el futuro cercano nos traerá importantes novedades en este campo.

Los supermercados mantienen su predominio como el lugar habitual de compra entre los encuestados. La mayoría de los consumidores optan por ellos, un 62% frente al 60,6% de 2017. Sube también la preferencia por los hipermercados y, por contra se reducen los porcentajes en pequeño comercio, tiendas especializadas y mercados municipales.

También los encuestados que diversifican la compra optan mayoritariamente por el supermercado como establecimiento principal, tanto para productos perecederos como no perecederos.

Se consolida la preferencia de los consumidores por los productos frescos, pero mientras la carne experimenta un incremento de casi 2 puntos, el pescado cae 4,6. En este sentido es relevante destacar que aumenta un 6% la compra de pescado congelado, quizás por el cambio de hábitos de cocina que recomienda la congelación previa del producto para evitar la presencia de Anisakis.. Las campañas llevadas a cabo por Asociaciones de Consumidores, Administraciones Públicas, como la estrategia NAOS, y demás agentes sociales, parecen haber empezado a calar en el consumidor.

La mayoría de los consumidores, casi un 80%, compra los productos frescos al peso. El factor tiempo condiciona estos resultados ya que un 9% preferiría comprar al peso pero sus circunstancias les obligan a adquirir bandejas preparadas. Además, casi un 15% de los hombres eligen las bandejas frente a un 10% de las mujeres, porcentajes que han experimentado un significativo aumento con respecto a 2017.

Se aprecia una leve mejoría en los hábitos alimentarios. Los encuestados más jóvenes son, claramente, el grupo que más refrescos y alcohol consume. En el caso de los refrescos, las cifras pueden engañarnos un poco puesto que la proliferación de refrescos bajos en azúcares o incluso con cero azúcares, puede haber animado su consumo. Sigue habiendo recorrido en materia de alimentación saludable y dieta equilibrada.

El 24% de los consumidores elige productos libres de alérgenos por cuestiones de salud o por considerarlos más sanos. El factor precio pierde peso en la decisión de compra y se reduce en casi 2 puntos (del 8% al 6%). Un dato llamativo es que, si bien solo el 11% de los encuestados adquiere estos productos porque padecen alergias, un 13% los compra creyendo que son más sanos.

La mayoría de los encuestados no consume productos ecológicos, biológicos, etc. por su alto precio pero desciende el número de los que los consideran demasiado caros (un 37% frente a un 46% en 2017). Es decir, que la relación entre posibles beneficios y precio no compensa hoy por hoy al consumidor medio. Se podría concluir que para que estos productos sean accesibles y competitivos, es necesario que mejoren en eficiencia y que el consumidor conozca más sobre ellos.

El 52% de los encuestados desconfía de los productos derivados de las técnicas de ingeniería genética y un 23% (+5% respecto del año pasado) desconoce de qué tipo de alimentos se trata. Lejos de disminuir, la desconfianza ha aumentado en los últimos años, pasando de un 70% en 2016 al 75% en 2018.

Un 64% considera adecuado el tamaño de los envases de los productos alimenticios. Se observa sin embargo un ligero aumento de aquellos que indican que el tamaño de los envases disponibles en el mercado no se ajusta a sus necesidades.

DECISIONES DE COMPRA. FACTORES Y NUEVAS TENDENCIAS

Cercanía (17%), calidad (16%) y precio (13%), por este orden, son los factores principales que llevan al consumidor a elegir un determinado establecimiento. Cabe destacar que el factor precio pierde peso frente al factor calidad. Este año le supera en 3 puntos mientras que en 2017 estaban igualados.

La calidad es el factor determinante para los consumidores a la hora de elegir un producto, seguido de las preferencias personales y el precio. Los consumidores españoles afirman decantarse masivamente por los productos de calidad (44%). Teniendo en cuenta que la percepción de la calidad puede ser subjetiva, en 2018 se observa una diferencia mucho menor que en años anteriores entre precio (23%) y preferencias personales (25%). El tipo de marca apenas es apreciado como factor decisivo de compra (2%).

Crece la confianza en el comercio online aunque persiste cierto desconocimiento. Más de la mitad de los encuestados (55%) considera que en la compra por Internet los productos son seguros y de calidad, un 29% opina lo contrario y un 16% no sabe o no contesta.

Más de la mitad de los encuestados (60%) tiene una percepción positiva sobre sus derechos de compra de alimentos en plataformas online. Se observa una ganancia de confianza de 6 puntos con respecto al año anterior. Pese a ello, cabe destacar el alto porcentaje de consumidores que confiesan desconocer sus derechos en la compra online (25%).

La compra por Internet mejora su percepción y gana adeptos. Un 61% de los encuestados la valora positivamente. Si bien persiste la brecha digital entre el ámbito rural y el urbano, y es cada vez más patente entre jóvenes y mayores, cabe destacar que los que prefieren ver personalmente lo que compran pasa de un 27% en 2017 a casi un 19% en 2018.

El consumidor es cada vez más consciente de sus derechos y más responsable en la defensa de los mismos. La mayoría (58%) ha ejercido su derecho a reclamar, siendo el canal más usado el Servicio de Atención al Cliente (37%). Los medios de reclamación preferidos son los mismos que el año pasado y por el mismo orden. Según los datos extraídos, en el caso de la alimentación se recurre con menos frecuencia a las asociaciones de consumidores y se prima la rapidez en la resolución del conflicto. La posibilidad de dirigirse directamente a un responsa- ble que atienda su problema es valorado muy positivamente por los consumidores.

ETIQUETADO DE LOS ALIMENTOS Y HÁBITOS SALUDABLES

La mitad de los encuestados (51%) considera que está bien informado en materia de alimentación, dato que no varía respecto a 2017. Sin embargo, esto no se traduce en un mayor conocimiento de los alimentos o en la posesión de información útil a la hora de tomar decisiones de consumo. Cuestiones como la del Anisakis, los debates sobre el aceite de palma o de coco, la entrada de nuevos alimentos, los problemas en China con la leche infantil, etc; podrían haber calado de algún modo en el consumidor.

El etiquetado se mantiene como la principal fuente de información para los consumidores aunque disminuye 10 puntos con respecto a 2017. En concreto pasa de un 71% a un 61% mientras que Internet gana 4 puntos. El consumidor quiere saber más acerca de los productos que adquiere pero la confianza en la información que recibe no supera el 50%.

El consumidor no es constante en su hábito de leer etiquetas. Los jóvenes y los mayores son los que menos las leen. Estos datos invitan a reflexionar sobre la necesidad de adecuar el etiquetado a las necesidades de los consumidores.

Un 38% de los encuestados considera útil la información que ofrece el etiquetado y un 26% sigue creyendo que es confusa. Mayor sencillez (62%), información más popular y menos técnica (61%) y tipo de letra más grande (66%) son los factores que los consumidores demandan. La etiqueta de los alimentos sólo le es útil a poco más de un tercio de los encuestados. La terminología empleada en muchas ocasiones es confusa e ininteligible para el consumidor medio.

El consumidor sigue siendo práctico, analítico y crítico en la lectura de las etiquetas. Composición e ingredientes (23%), fecha de caducidad (18%) y lugar de origen (10%) son los elementos informativos que considera más relevantes de la etiqueta. El hecho de que sea marca de distribuidor (2%) o de fabricante (2%) es el factor que considera menos importante. También se observa que en el último año el lugar de origen y las advertencias sobre intolerancias alimentarias han experimentado un mayor crecimiento.

Más de una cuarta parte no diferencia entre ‘fecha de caducidad’ (indica cuándo un pro- ducto deja de ser seguro) y ‘fecha de consumo preferente’ (indica cuándo un producto empieza a perder sus cualidades físicas pero sigue siendo seguro su consumo). En 2018 solo el 74% afirma saberlo frente al 71% de 2017 y el 72% del año 2016. Se siguen requiriendo pues actuaciones de formación/información.

Crece el porcentaje de quienes consumen productos una vez pasada la fecha de caducidad (50%). También se incrementa el número de los que ingieren productos una vez pasada la fecha de consumo preferente (72%).

Tres de cada diez consumidores reconoce no mantener una dieta saludable. Cae de manera relevante el porcentaje de consumidores que considera que sus hábitos alimenticios son saludables: del 75% de 2017 al 68% de 2018. Este dato consolida, además, una tendencia a la baja si se compara con el de 2016, un 77%. En cualquier caso, el conjunto de las respuestas también pone de manifiesto el desconocimiento del consumidor. En muchos casos sus respuestas se contradicen con los hábitos alimenticios que indican en otras partes de la encuesta. Quizás porque sabemos más y consideramos que comemos peor, o porque realmente nuestros hábitos han cambiado a peor. Esto es lo que realmente debemos analizar para poder trazar campañas de mejora de nuestra dieta.

Grasas (34%) y azúcares (30%) son los dos elementos de la información nutricional en los que más se fijan, seguidos muy de lejos por la sal (13%), que apenas preocupa a un cuarto de la población. Se incrementa el interés por los azúcares hasta el 30%.

Dos tercios de los encuestados valoran positivamente los alimentos que contienen alegaciones nutricionales (bajo en sal, light, sin azúcares, etc), aunque el porcentaje baja del 74% de 2017 al 71% en 2018. Sin embargo hay un 18% que las valora negativamente, quizás porque el consumidor no sabe lo que estas significan y/o no les da total credibilidad a los mensajes que los publicitan (en muchos casos dada su escasa formación), además del mayor precio de estos en muchos casos.

Medios de comunicación (19%) y especialistas (18%) son las fuentes de información pre- feridas para conocer los aspectos nutricionales de los alimentos. Es relevante el aumento que ha experimentado este año la alternativa “No me informo”. También desciende el porcentaje de los que se informan a través de especialistas y medios especializados.

 

RESPONSABILIDAD SOCIAL EN LOS HÁBITOS DE PRODUCCIÓN     Y COMPRA

9 de cada 10 consumidores cree que el desperdicio de alimentos es un problema importante y más de la mitad lo consideran una responsabilidad conjunta de productor, distribuidor, consumidor, hostelería y Administraciones Públicas (55%). Además, un 22% hace autocrítica y considera que la mayor parte de culpa la tiene el consumidor. Cabe destacar esta asunción de responsabilidad por parte del consumidor al mismo tiempo que la disminución de responsabilidad que se le achaca a las Administraciones Públicas.

Crece 3 puntos -hasta el 86%- el porcentaje que asegura hacer algo para evitar el desperdicio de alimentos. De ellos, el 55% planifica mejor sus compras mientras que el 31% reutiliza los alimentos.

Prácticamente 9 de cada 10 consumidores (88%) actúan para cuidar el medio ambiente. Separar los residuos orgánicos de plásticos, cartón y cristal y reutilizar las bolsas de la compra son los hábitos más extendidos.

Los datos arrojan un desconocimiento generalizado sobre nuevos términos relaciona- dos con la alimentación. Como, por ejemplo, ‘Alimentos Irradiados’ (74%) y ‘Soberanía Alimentaria’ (63%). Otros términos, sin embargo, si se han instalado en el vocabulario habitual como demuestra que el 80% sabe qué son los ‘Transgénicos’ y el 78% el ‘Comercio justo’.

Se observa más concienciación sobre el desperdicio de alimentos. Hacer una compra más racional y eficiente se mantiene (49%) como la opción preferida para garantizar el acceso a la alimentación de toda la población. Los encuestados priman la eficiencia en el uso de los recursos sobre el reparto de los mismos, es decir, entienden que no se trata de ser solidarios (aunque un 45% sí apuesta por ello), sino de evitar previamente que exista población con necesidad de ayuda.