El reto y el compromiso por la economía circular
Impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor productos, materiales y recursos se mantengan en la economía durante el mayor tiempo posible, en la que se reduzcan al mínimo la generación de residuos y se aprovechen con el mayor alcance posible los que no se pueden evitar son los principales objetivos de la Estrategia Española de Economía Circular. Aprobada por Acuerdo del Consejo de Ministros el 2 de junio de 2020 la EEEC «España 2030» tiene una visión a largo plazo y se alinea con los planes de acción de Economía circular de la Unión Europea, el Pacto Verde Europeo y con la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. En sus orientaciones los retos a alcanzar por España en 2030 son ambiciosos y claros:
– Reducir en un 30% el consumo nacional de materiales en relación con el PIB, tomando como año de referencia el 2010.
– Reducir la generación de residuos un 15% respecto de lo generado en 2010.
– Reducir la generación de residuos de alimentos en toda la cadena alimentaria: 50% de reducción per cápita a nivel de hogar y consumo minorista y un 20% en las cadenas de producción y suministro a partir de 2020.
– Incrementar la reutilización y preparación para la reutilización hasta llegar al 10% de los residuos municipales generados.
– Mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua.
– Reducir la emisión de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Los principales retos de la economía circular
Importantes retos que deber abordarse con actuaciones en ejes tales como la producción, el consumo, la gestión de residuos, las materias primas secundarias, la reutilización y depuración del agua, la investigación, innovación y competitividad, la participación y sensibilización, así como el empleo y la formación.
La transición de una economía lineal hacia la economía circular se presenta ya como irreversible, pues pone en escena un marco de soluciones sistémicas para un nuevo modelo de desarrollo económico, abordando en ese proceso los actuales retos mundiales como la lucha contra el cambio climático, la preservación de la biodiversidad, el alarmante incremento de residuos y la contaminación y deterioro medioambiental de nuestro planeta, sin olvidar tampoco que todas esas amenazas deben revertirse y convertirlas en grandes oportunidades de crecimiento y desarrollo económico.
Los consumidores y sus organizaciones representativas debemos de ser muy conscientes de que la economía circular va a revolucionar la forma en la que como sociedad diseñamos, producimos y consumimos, con un nuevo modelo basado en tres orientaciones o principios clave: la eliminación de residuos y su contaminación, mantener productos y materiales en uso más prolongado y propiciar con todo ello la regeneración de los sistemas naturales.
Los consumidores son los protagonistas en la transición de la economía lineal a la circular
Los retos planteados requieren de la concienciación y de la decidida implicación de las personas consumidoras y usuarias. Porque los consumidores deben ser los que más empujen en esa transición hacia la economía circular, premiando a las empresas y operadores de mercados que tengan valores y sean capaces de demostrar con hechos su preocupación por el medio ambiente y el desarrollo sostenible, así como de castigar y apartar del mercado a aquellos otros que no son o pretendan generar engaño en esta materia.
Y en este proceso las empresas deberán ir demostrando a los consumidores que en sus modelos productivos apuesta por la economía circular. Porque debe ser una realidad más del presente que del futuro que, poco a poco, los diferentes sectores den cuenta de que empiezan a adoptar un pensamiento circular, adoptando un nuevo modelo productivo adaptado a lo que realmente el consumidor necesita y en las cantidades precisas para dar respuesta a la demanda planteada, porque si el operador se ajusta a la demanda, se reducen o eliminan los excedentes que, en el ámbito de la alimentación se traduce en luchar contra el desperdicio alimentario.
Concretamente, y en este ámbito de trabajo de la alimentación y el gran consumo que abordamos desde la MPAC, no podemos ni queremos olvidar la innovación en packaging, propiciando la eliminación de los plásticos y optando por nuevos materiales biodegradables Y deben ser las empresas de los productos o marcas de gran consumo las más comprometidas y las primeras dinamizadoras en la búsqueda de soluciones alternativas, con el uso de materiales más amables con el medio ambiente, con el diseño de nuevas fórmulas de presentación de productos y de sistemas de recuperación y tratamiento de sus residuos de envases.
En definitiva, el reto de la transición hacia la economía circular en España, como en el resto del planeta, debe comprometer al conjunto de la cadena de valor, contando con la necesaria concienciación, compromiso e implicación de las personas consumidoras y usuarias.
Por ello, desde la MPAC, cuando cada año diseñamos y realizamos nuestra Encuesta sobe Hábitos de Compra y Consumo, no olvidamos la importancia de un capítulo de preguntas dedicado a abordar, tanto la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), como el comportamiento y las inquietudes de los consumidores en materia medioambiental. Testar y conocer a la sociedad que ha de abordar esa transición, será clave para que el reto de la economía circular cuente con ese imprescindible compromiso social que asegure su éxito.