Alimentos y alergia: Esfuerzos de la industria alimentaria en ofrecer al consumidor productos exentos de alérgenos
Hablamos de alergias y de intolerancias. Pero, ¿sabemos exactamente cuál es la diferencia entre ambas? La Asociación Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) explica que las alergias alimentarias se producen por una reacción adversa del sistema inmune a ciertos alimentos generalmente al ingerirlos, aunque, en los consumidores más sensibles, también al tocarlo u olerlo.
Sin embargo, una intolerancia se produce cuando se da una reacción adversa a los alimentos que no involucra una respuesta del sistema inmune y ocurre cuando el cuerpo tiene dificultades para digerir o procesar ciertos componentes de los alimentos, como azúcares, proteínas o aditivos. Mientras que las intolerancias provocan, sobre todo, síntomas digestivos que, aunque muy molestos, no suelen ser graves, una reacción alérgica se acompaña de erupciones cutáneas, picores, vómitos, tos, dificultad respiratoria o desmayos, y puede ser muy grave y potencialmente mortal.
Aumento de las enfermedades alérgicas
Según la OMA (Organización Mundial de la Alergia), el 20% de la población mundial sufre alguna enfermedad alérgica y reconoce la alergia alimentaria como un problema de salud global creciente, que pudiera estar afectando a entre 220 y 520 millones de personas en el mundo. En nuestro país esa cifra se sitúa en los dos millones (la mayoría niños y un 3% de adultos), cifra que no es baladí. La Fundación Seguridad Alimentaria y Prevención de Alergias (FSA) advierte de que la alergia alimentaria es la principal causa de anafilaxia (reacción alérgica grave) en los niños de 0 a 14 años, y de que en los últimos diez años han aumentado siete veces los ingresos hospitalarios por reacciones graves, una situación que se tiene que abordar desde varios frentes, puesto que esta cifra tiende a aumentar.
Se barajan varias hipótesis sobre las causas que provocan un aumento tan desproporcionado de casos en corto espacio de tiempo. Los expertos apuntan, entre la más frecuente, al aumento de la higiene. A medida que se ha mejorado la limpieza y el saneamiento en las ciudades, las tasas de alergia alimentaria han aumentado puesto que nuestro sistema inmunológico ya no tiene que combatir tantos gérmenes y parásitos y se centra en los alérgenos. Esta situación ha venido para quedarse y, por eso, desde la industria alimentaria se están haciendo ímprobos esfuerzos para, por un lado, informar de los posibles riesgos de los alimentos en las personas intolerantes y alérgicas y, por otro, ofrecer nuevos productos exentos de alérgenos y, por tanto, inofensivos para ese sector de la población.
Motivos de alergias e intolerancias alimentarias
La mayoría de las alergias e intolerancias alimentarias están asociadas al consumo de un grupo reducido de alimentos cuya presencia tiene que estar perfectamente identificada en el etiquetado del producto en el que esté presente. La OMS identifica más de 70 alimentos causantes de alergias alimentarias. Los implicados en las reacciones más graves son los cereales con gluten, los crustáceos, los huevos, la leche, el pescado, los cacahuetes, la soja y los frutos secos.
La información sobre los alérgenos facilitada al consumidor, deberá aparecer en la lista de ingredientes de las etiquetas y destacarse mediante una composición tipográfica que la diferencie del resto para que no haya lugar a equívocos. Y con respecto a los alimentos que se venden a granel, desde la Asociación Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) se ha editado una guía para que sirva de orientación sobre las exigencias establecidas en el Real Decreto 126/2015, de 27 de febrero, relativas a la Información alimentaria de los alimentos que se presenten sin envasar para la venta al consumidor final.
En cuanto a los alimentos que se consumen fuera del domicilio, la Ley de Información Alimentaria obliga a informar a todos los consumidores que lo soliciten de la composición de cada uno de los platos que se ofrecen y si contiene alguno de los 14 grupos de alérgenos alimentarios o de sustancias a las que se suelen presentar intolerancias.
Estos esfuerzos de la administración siempre van de la mano de los que realiza la industria alimentaria para conseguir productos cada vez más “tolerantes” para el grueso de la población. La eliminación de alérgenos es por tanto el gran reto de la industria. De hecho, la I+D+i está presente en la práctica mayoría de las empresas alimentarias que investigan en la generación de nuevos productos que se adapten a las personas con alergias e intolerancias. Estos departamentos suelen contar con la colaboración de jóvenes startups que, en muchas ocasiones, son las tractoras del mercado.
Aumento anual de pacientes celiacos
Por poner solo un ejemplo, el número de pacientes celiacos (intolerantes al gluten) aumenta anualmente. Se calcula que puede alcanzar el 1% de la población general principalmente en Europa y Norteamérica. Una patología que afecta a unas 450.000 personas en España, aunque se estima que el 70% de los casos permanece sin diagnosticar. Los productos sin gluten viven su época dorada: el mercado mundial de estos productos se valoró en 5.900 millones de dólares en 2021 y se espera que se expanda a una tasa de crecimiento anual del 9,8% entre 2022 y 2030. Y este crecimiento se produce, fundamentalmente, gracias a la innovación tecnológica, que abarca desde el propio sector agrícola, con el cultivo de trigo sin gluten, a la cadena agroalimentaria, que ha hecho posible que aumente el número de productos libres de este alérgeno a unos precios más asequibles a pesar de que, como cabe recordar, la inflación haya provocado la subida de los precios, ya de por sí elevados, en un 12,39%, según datos de la FACE (Federación de Asociaciones de Celiacos de España).
No obstante, y a pesar de los esfuerzos de todos los agentes que conforman la cadena alimentaria, la realidad es que falta mucho camino por recorrer para que la población afectada pueda disponer de múltiples y variados alimentos sin alérgenos. De momento, lo más relevante es la transparencia y, en este sentido, cabe destacar que la información que aparece en el etiquetado de los productos ha de ser precisa para que se puedan consumir los alimentos con seguridad. Eso, y como la industria alimentaria está haciendo, seguir destinando esfuerzos y recursos no solo a la investigación de nuevos productos, sino a su desarrollo y elaboración a unos precios competitivos, factores ambos clave para facilitar la vida a millones de personas sin poner en riesgo su salud y, sobre todo, para facilitar a la población, independientemente de sus características particulares, el acceso a una alimentación saludable, algo en lo que, conviene no olvidar, la industria alimentaria lleva años trabajando.