Alimentación salud y algo más

01/01/1970
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Ya el año pasado hablábamos de la importancia de la alimentación y poníamos el énfasis en varios temas acuciantes, el problema de la obesidad y el sobrepeso a nivel mundial y español, los nuevos hábitos de consumo y la falta de información y formación de los consumidores para poder tomar decisiones de forma responsable cuando realizan sus actos de compra y consumo de alimentos.

El problema, nos sigue preocupando, y mucho, y por ello hemos querido abordar monográficamente estas cuestiones en una de las recientes reuniones de la Mesa de Participación de Asociaciones de Consumidores-MPAC, contando en la misma con la Dra. Montaña Cámara, miembro del Comité Científico de AECOSAN y Profesora de Nutrición y Bromatologías en la Universidad Complutense Madrid.

Nuestras conclusiones, avaladas también por los resultados de la Encuesta de Hábitos de Consumo de 2017, fueron claras, nos falta formación y en algunas áreas tenemos exceso de información, que en ocasiones no es del todo cualificada, lo que llaman INFOXICACIÓN. De manera muy resumida las conclusiones de la jornada fueron:

  • A los consumidores nos falta formación en temas de alimentación vs salud. Pero también falta formación en las escuelas y en muchos ámbitos de la sanidad. Los tratamientos médicos no siempre se acompañan de una dieta adecuada que podría complementarse con el tratamiento farmacológico o
  • La población envejece, es decir tenemos más expectativa de vida. La calidad de nuestra vida depende de nuestros hábitos y por tanto debemos ser responsables. «Tú puedes hacer algo».
  • No existen superalimentos, ni venenos, dependen de la
  • Tenemos la obligación de desmitificar la información errónea o falsa que
  • El consumidor medio, según la Encuesta de hábitos de consumo de 2017, no entiende el etiquetado. Así, a solo al 38 % de los encuestados esta información le resulta útil, el 26 % la considera confusa, el 24% difícil de ver y el resto o no le resulta relevante (5%) o directamente no lee las etiquetas (7%). Ante este panorama, nos preguntamos el valor de los nuevos sistemas de información nutricional. «Si lo que hoy hay en el etiquetado no se entiende, para que vamos a poner más información».

 Estas conclusiones son el origen de este artículo, en el que queremos comenzar repasando algunos conceptos básicos:

1.- Comemos para vivir. Necesitamos los alimentos, porque son nuestra fuente de energía. Es decir, nuestro cuerpo para poder funcionar, necesita de la energía que obtiene de los alimentos. Cada alimento, según su composición, aporta una determinada cantidad de energía, eso que vemos en la etiqueta como KJ /Kcal (lo que llamamos calorías). Pero debemos de tener en cuenta que cada persona en función de su estado de salud,sexo, edad y actividad física tiene unas necesidades muy diferentes. Así, por ejemplo, un niño, en etapa de crecimiento, tiene unas necesidades diferentes a las de una persona de mayor edad, o un deportista de elite frente a una persona con un trabajo sedentario de oficina.

2.- Comemos para mantener nuestro organismo. Necesitamos los alimentos, porque son nuestra fuente de nutrientes. Es decir, nos aportan las sustancias que necesitamos para, de manera muy general, mantener vivas nuestras células, huesos, músculos y neuronas, entre otras cosas. Los nutrientes, son tres y son los que ven en las etiquetas como Hidratos de Carbono, Grasas (también llamados Lípidos) y Proteínas. Luego hay diferentes subgrupos de cada uno de ellos, como veremos más adelante. También los alimentos contienen los llamados micronutrientes, que son las vitaminas y minerales y que son necesarios para el organismo para regular los múltiples procesos que se producen en nuestro organismo

3.- Comemos para sentirnos bien. Hoy, la mayoría de la población de los países desarrollados, tiene garantizado el suministro de alimentos, por ello su preocupación va mas allá, quiere decidir cómo y con qué va a alimentarse, puesto que su salud presente y futura depende de ello. De este modo aparecen dietas como la vegetariana (en sus tres variantes: vegetariana estricta, lacto-vegetariana y la ovo-lacto-vegetariana.), dieta baja en sodio, dieta baja en purinas, dieta sin gluten, dietas de adelgazamiento (hipocalóricas, hiperproteicas, …. etc), paleolítica, etc. Todas ellas, suponen una restricción o una modificación de la vía habitual que tiene nuestro cuerpo de obtener los nutrientes. Por ello, es fundamental, conocer bien en qué consisten, sus pros y sus contras y suplementarlas cuando sea necesario, con la ayuda de un profesional.

Puesto pues de relevancia porque nos alimentamos y por qué es importante hacerlo bien, analicemos cuales son las fuentes de información que disponemos para tomar «decisiones responsables» y que información contienen.

El problema, ya no es solo la información que se ofrece, sino la interpretación o el uso que hacemos de esta información. De hecho, según la legislación vigente, la mayoría de esta información se incluye en todos y cada uno de los etiquetados de cualquier producto envasado. Ahora solo tenemos que buscarla y entenderla.

La información nutricional, las alegaciones nutricionales y de salud y la lista de ingredientes son, en definitiva, las partes del etiquetado que más información nos aporta sobre las propiedades nutritivas de un alimento. Por ello, vamos a analizar qué información nos aportan y qué términos podemos no conocer y deberíamos entender

1.- Declaración nutricional de un alimento. Además de los términos Hidratos de carbono, Grasas y Proteínas encontraremos otros términos.

  • Hidratos de Carbono, …. «De los cuales azúcares». Es importante saber que este azúcar no se refiere solo al azúcar que nosotros imaginamos (el azúcar que usamos para el café), se refiere al conjunto de hidratos de carbono denominados azúcares y que son por ejemplo la lactosa de la leche, la fructosa de la fruta, …etc. Por eso en algunas productos ustedes podrán leer, «Sin azúcar añadido y con azucares naturalmente presentes en el alimento». Esto significa que al alimento no se le ha añadido azúcar (cuyo nombre técnico es Sacarosa), pero que de manera natural sus ingredientes tienen azucares.

-Polialcoholes. Son Hidratos de carbonos hidrogenados con un poder edulcorante muy superior al del azúcar (sacarosa). Se usa habitualmente en productos con bajo contenido en azucares, productos aptos para diabéticos, etc.

  • Almidón. Es un tipo de Hidrato de Carbono cuya estructura química es mucho más larga que la de los azúcares. Es el único que con su composición se puede absorber bien y además proporciona energía de forma rápida.

-Fibra Alimentaria. Es un conjunto de Hidratos de Carbonos de cadena muy larga (como la celulosa, hemicelulosas, pectinas y otros polisacáridos), también de origen vegetal. Existen dos tipos de fibra alimentaria: la soluble (actúa reteniendo agua) y la insoluble (actúa por arrastre). Ambas juegan un rol fundamental en la regulación del sistema digestivo, acelerando el tránsito y la expulsión en forma de heces.

  • Grasas monoinsaturadas, insaturadas y poliinsaturadas: son diferentes tipos de grasas. Se diferencian entre sí por su estructura química y de manera general proceden de diferentes tipos de Si bien es recomendable el consumo de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas, un consumo moderado de grasas saturadas no es perjudicial. Recuerden, no hay alimento bueno ni malo, solodietas (combinación de alimentos) más o menos equilibradas.
  • Grasas Trans: seguro que habrán oído hablar de ellas. Su presencia no es de declaración obligatoria, si bien a nivel del legislador europeo se está estudiando la obligatoriedad de que figure claramente en el etiquetado. Son un tipo de grasas que por su estructura química (generada durante un procesado industrial) son más difíciles de metabolizar y por tanto se acumulan. Su consumo debe reducirse tanto como se
  • La mayoría pensamos que cuanto mayor es el contenido de Vitaminas de un alimento mejor es, pero no es así. Hay vitaminas liposoluble (que no se disuelven en el agua) como las K, A, D y E cuyo exceso continuado puede no ser beneficioso para la salud.

 O lo que es lo mismo cantidad de Cloruro Sódico. Se calcula multiplicando por 2,5 la cantidad de sodio.

Toda esta información, puede estar disponible en la etiqueta de un productos envasado, pero al consumidor, según la encuesta de Hábitos de consumo lo que más le interesa, por este orden, es el contenido de: Grasas (34%), Azúcares (26%), Proteínas (16%), Sal (11%), Hidratos de carbono 9% y Fibra (5%). La pregunta es, ¿es este el orden de importancia adecuado?

2.- Alegaciones nutricionales y de salud

Es otro tipo de información que aparece en el etiquetado y que también está regulada por la legislación europea y la nacional de los estados miembros. Las primeras hacen referencia a las características de composición del producto y las segundas, hablan del beneficio para la salud que supone su consumo (legislación mucho más estrictas para utilizarlas). De ellas decir que su uso está perfectamente definido y legislado, es decir si un fabricante las incluye es porque las cumple.

Son declaraciones nutricionales por ejemplo: contenido reducido en .., light…, bajo contenido en azúcares…, sin azúcares añadidos… y son declaraciones de salud por ejemplo: «el ácido linoleico contribuye a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo», «El ácido pantoténico contribuye al rendimiento intelectual normal», ….. ……

Respecto a este punto, la encuesta de Hábitos de consumo 2017, nos muestra de nuevo la necesidad de que el consumidor este mejor informado, ya que solo dos tercios de los consumidores encuestados valoran positivamente las alegaciones nutricionales,siendo un 16% los que indican que las valora negativamente ya que creen que no son ciertas. En este enlace de la AECOSAN, disponen de todas las declaraciones nutricionales permitidas y sus condiciones de uso (http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/seguridad_alimentaria/gestion_r iesgos/Tabla_declaraciones_NUTRICIONALES_autorizadas.pdf)

3.- Lista de ingredientes

Nos informa de la composición del alimento, de que está hecho. Para el consumidor es el segundo elemento de la etiqueta que más valora (20%), según la encuesta de Hábitos de consumo 2017. Nos informa de cada uno de los ingredientes que se utilizan en la elaboración del producto (de mayor a menor cantidad), de la presencia de alérgenos y de los aditivos utilizados (los números E- XXX). Sin entrar en más detalle, ya que merece un capítulo aparte, solo decir que los aditivos empleados en la industria alimentaria son seguros y que antes de poder ser incluidos en la lista de aditivos permitida, son sometidos a estrictas evaluaciones por las autoridades sanitarias europeas.

Hemos visto que la información está disponible. Sin embargo, hasta ahora no hemos sabido unir las recomendaciones de una dieta equilibrada y saludable (que tenga las cantidades adecuadas de nutrientes y que estas provengan de los alimentos más saludables) con la información que aporta el etiquetado. Lo explicamos con un ejemplo, una persona adulta, de complexión media y con actividad física moderada debe ingerir aproximadamente en función de si es mujer o hombre unas 1800-200 Kcal y las tiene que obtener de alimentos que le aporten un 55% de HC, un 30% de grasas y un 15 % de proteínas. Esta dificultad es el origen de etiquetados alternativos y voluntarios de momento, en los alimentos que pretenden decir al consumidor cuanto de bueno o recomendable es un alimento. Sirvan como ejemplo los semáforos nutricionales en Reino Unido, sistema de Cerradura en los Países Nórdicos (Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia), símbolo del corazón en Finlandia, Nutriscope en Francia,… etc….. En Europa ahora se está debatiendo cual será el mejor sistema, pero hoy por hoy aún no lo hemos encontrado.

Y todo ello, como quedó patente en la encuesta de hábitos de consumo de 2017, porque la información que disponemos no la entendemos o no es suficiente para nuestras necesidades y buscamos soluciones alternativas. De hecho en la citada encuesta, la mayoría de los consumidores nos dijeron que buscan la información sobre aspectos nutricionales o de salud relacionados con los alimentos en el etiquetado (70%) pero también a través de Internet (11,4%), médicos y revistas especialistas (4,5%, y otros).

Y esto también nos preocupa mucho. En una sociedad 2.0 o 3.0 donde casi todo se puede consultar a través de internet, donde una noticia se puede hacer viral si tienes suficientes seguidores en 2 minutos, debemos ser conscientes que no toda la información que circula en la red es fiable. En Internet aprendemos todos y de todo.

Internet ,es una fuente de información inmensa y ofrece multitud de información sobre salud y nutrición. Pero tienen sus riesgos: podemos encontrar información con diferentes grados de fiabilidad. Cualquiera puede «colgar» una página en la red, bien sea para informar y educar o para ofrecer información con otros fines. «Dietas de adelgazamiento, dietas milagrosas, dietas de musculación, blogs de opinión sobre determinados ingredientes, experiencias únicas e incluso sanadoras de algunos alimentos, bondades de nuevos alimentos, en definitiva falsos mitos que debemos aprender a reconocer.

Nuestras recomendaciones:

  • Estudie la fuente, no todo tienen el mismo rigor científico.
  • Lea más allá y considere el posible sesgo.
  • Busque quien es el
  • Busque otras fuentes
  • Compruebe la fecha en la que se escribió o publico
  • Compruebe que no es una broma
  • Y sobre todo pregunte al experto si tiene dudas o su salud depende de ello.